Jaisalmer y el Desierto del Thar: las joyas del Rajastán
Después de visitar Bikaner fuimos a Jaisalmer y el desierto del Thar. La ciudad de Jaisalmer se encuentra al oeste de la provincia del Rajastán, relativamente cerca de la frontera con Pakistán. A pies del desierto del Thar, esta ciudad se ha ganado el apodo de “La Ciudad Dorada” gracias la mezcla del color de sus edificios hechos de piedra arenisca con el color del desierto.
De Bikaner a Jasailmer hay 330 km. Cogimos un autobús cama nocturo que tardaría 6 horas en llegar y que nos costó 400 rupees (5 euros). Llegamos a Jaisalmer antes del amanecer, sobre las 6 de la madrugada. Al acabar de desayunar en una oscura plaza donde nos juntamos con algunos indios que tomaban chai (té con leche), nos fuimos en busca de nuestro hotel.
¿Dónde hospedarse en Jaisalmer?
Jaisalmer es un lugar famoso desde hace años para todos aquellos enamorados de la India. Por eso, no faltan ofertas dónde hospedarse. Encontramos en Booking un hotel que estaba muy bien puntuado y a un precio muy barato: el Hotel Pol Haveli. Está en el centro de la ciudad, cerca del mercado y no muy lejos del casco antiguo y del fuerte.
El lugar parece un humilde palacio chill out. Sus habitaciones son sencillas, pero bonitas y limpias. Tiene un magnífico rooftop con vistas al fuerte de Jaisalmer y los dueños son muy majos. Fue con diferencia el mejor hotel en el que estuvimos durante toda nuestra estancia en la India.
Como venía siendo habitual, nos hospedamos los tres juntos en una habitación con cama de matrimonio y una pequeña cama extra tirada en el suelo. Más que suficiente para nosotros. Nos costó 12 euros (1000 rupias) la noche.
¿Qué ver en Jaisalmer?
1. Visitar el Fuerte de Jaisalmer
El fuerte de Jaisalmer se impone en una pequeña colina y domina toda la ciudad. Construido en 1156 está perfectamente conservado. Se caracteriza por sus enormes muros de piedra, por sus 99 bastiones y porque un cuarto de la población de la ciudad todavía vive dentro de él.
En el Fuerte podemos encontrar el Maharaja Mahal (el palacio real), el templo Laxminath (un templo hinduista) y unos cuantos templos jainistas. En algunos de estos templos uno puede pasarse para comer o para cenar gratuitamente y de paso enamorarse de la caridad india.
La entrada al Fuerte es gratuita y uno puede entretenerse perfectamente un par de horas paseando entre sus callejuelas y visitando sus templos. Al anochecer, es recomendable tomarse algo en unas de las muchas terrazas que hay para disfrutar de la vista panorámica de toda la ciudad.
2. Perderse por el casco antiguo y sus mercados callejeros
Perderse por Jaisalmer con cámara en mano, es una de las mejores cosas que puedes hacer por aquí. Visitar los mercados callejeros, probar algún producto local, ver el día a día de la gente, tomarse un té chai en cualquier lugar o algún rooftop con vistas al fuerte, … son pequeños placeres que se te quedarán en la memoria para siempre.
3. Dos días de Safari por el desierto del Thar
En el mismo hotel cogimos un tour de dos días en dromedario que incluía pasar una noche en el desierto. Salimos temprano por la mañana y nos llevaron en Jeep a las afueras de Jaisalmer. Llegamos a una pequeña aldea sin asfaltar, con casas de barro y techos de paja donde los camellos y los aldeanos parecían haber conseguido detener el tiempo.
Salimos de la pequeña aldea a paseo con nuestro dromedario. Íbamos solo nosotros tres, nuestro guía, Assif, que se caracterizaba por su delgadez, su piel negra quemada del sol y una personalidad tranquila y relajada. También se nos unió un perro callejero en busca de algo de comida y agua a cambio de su buena compañía.
En dromedario hacia las dunas
Nunca había montado antes en un dromedario así que fue toda una experiencia. La diferencia entre un camello y un dromedario, a parte de las jorobas (los camellos tienen dos y los dromedarios una), es que el dromedario tiene el pelo corto, aguantan mejor el calor, es bastante más alto y tiene peor mala leche.
Tienen personalidad. Si los intentas acarician se apartaran y te sacaran los sientes para que les dejes en paz. No les gusta ser molestados; con el paseo que te dan ya es suficiente.
Al inicio de nuestro viaje paseamos durante un buen rato por una zona muy seca. Parecía más los desiertos de Almería de las películas de Spaghetti Western de Sergio Leone que otra cosa. Paramos en un pequeño paraje con árboles que nos cubrieran del sol donde comimos arroz que cocinó allí mismo nuestro guía y nos echamos una pequeña siesta.
Justo cuando el descanso estaba a punto de convertirse en aburrimiento nos montamos en nuestros respectivos dromedarios y seguimos nuestra ruta. Al cabo de una hora, al fin llegamos a las dunas.
Las dunas del desierto del Thar
A pesar de que no eran espectaculares, después de medio día viajando por tierra seca se apreciaba por fin ver un poco de arena y unas cuantas dunas. Pasaríamos la noche allí en un punto menos elevado entre dunas resguardados del viento. Se nos unió otro grupo de turistas y cenamos conjuntamente con los guías que nos prepararon una cena vegetariana de lo más apetitosa.
Allí al lado, medio escondido entre matorrales, tenían unas camas individuales de alambres bastante rudimentarias. Las pusimos todas juntas y nos dieron unas mantas. Sin nada más que hacer que observar las estrellas, justo después de cenar, nos fuimos a dormir.
Al día siguiente, por la mañana pudimos disfrutar de un increíble amanecer sobre las dunas. Antes de regresar a Jaisalmer, le pedimos a nuestro conductor que nos llevase a una aldea gitana ya que el Rajastán es famoso por su cultura gitana. Tan solo llegar a la aldea, unos 10 niños se nos tiraron encima del coche, pidiéndonos limosna o cualquier cosa que les pudiéramos dar. Fue tal el agobio y la pena que nos dio que nos fuimos sin bajar del coche.
4. Festival de música en el desierto del Thar
Al regresar a Jaisalmer, tuvimos la suerte de enterarnos de que justo ese fin de semana empezaba un festival de música de tres días en el desierto. Se llamaba Desert Glamping Jaisalmer. La entrada diaria costaba 2000 rupias (25 euros). La entrada al festival resultaba bastante cara, sobre todo, si lo comparábamos con el tour de dos días en dromedario que nos había costado 1000 rupias por persona.
Sin embargo, teniendo en cuenta que las experiencias únicas no tienen precio y, sumándole, que si algo cuesta encontrar en la India es fiesta; no dudamos ni un segundo en cambiar nuestros planes para asistir al menos un día al festival.
En medio del desierto habían montado unas cuantas carpas gigantes a lo Monegros. Eso si, en miniatura y a lo chill out. Había tres zonas donde escuchar música y una zona donde comer algo. De todos los grupos que vimos el que más nos gustó fue los Barmer Boys. Animaron el festival como nadie. Con un estilo entre música folklore, música india y música gitana conseguían que se te pusiera la piel de gallina.
Siguiente Destino: de Jaisalmer a Jodhpur en autobús
Al cabo de 4 noches en Jaisalmer y el desierto del Thar nos despedimos de la ciudad con la convicción de que había sido el lugar donde guardaríamos nuestros mejores recuerdos de la India. Con el poco tiempo que nos quedaba, nos fuimos en autobús dirección a la que desgraciadamente iba a ser nuestra última parada en el Rajastán: Jodhpur; la famosa ciudad azul de la India.
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El destino no hace visitas a domicilio.