Muang Sing en bicicleta: lo mejor de Luang Namtha
Muang Sing se encuentra en la provincia de Luang Namtha, al norte de Laos. Esta provincia está casi toda ocupada por el Zona Nacional de Conservación de la Biodiversidad de Nam Ha, donde mucha gente viene a hacer trekkings por las montañas y ver aldeas alejadas de la civilización.
Durante nuestro viaje por Laos, después de nuestra desventura cruzando la frontera de Vietnam – Laos, fuimos a visitar Luang Namtha y a tuve la oportunidad de recorrer Muang Sing en bicicleta. Aquí te cuento mi experiencia, por si tienes la suerte de disfrutar de este bello lugar. Empecemos:
Paseo en moto por la ciudad de Luang Namtha
El primer día lo pasamos en la ciudad de Luang Namtha. Alquilamos una moto por un euro y medio, eso si, casi sin frenos. Estuvimos todo el día dando vueltas por la ciudad, viendo aldeas de alrededor, stupas y una pequeña cascada. No estuvo mal, aunque tampoco era nada espectacular.
El siguiente día, mi compañero de viaje, decidió coger un tour para hacer un senderismo por las montañas Nam Ha. Yo ya había decidido no hacer más tours. A veces son muy interesantes, pero normalmente son muy turísticos y muchas veces no cumplen todo lo que dicen.
Así que decidí irme por mi cuenta a Muang Sing, un poblado a 60km más al norte, frontera con China. El plan era ir dos días, visitar Muang Sing en bicicleta y luego volver a Luang Namtha para volver a reencontrarnos. Además, llevábamos ya más 2 meses viajando juntos por el Sudeste Asiático, pasando por Tailandia y Vietnam, y ahora Laos, así que nos iría bien un descanso a ambos.
Muang Sing en bicicleta: conociendo la vida rural de las minorías étnicas
Primer día en bicicleta por Muang Sing
Muang Sing hace frontera con la provincia de Yunnan (China) y se caracteriza por ser una zona rodeada de pequeñas aldeas donde cada una de ellas pertenece a una minoría étnica diferente.
Lo mejor que se puede hacer al llegar a Muang Sing es alquilarse una bicicleta e ir a ver la vida rural de las aldeas y conocer sus humildes gentes. En mi caso, el primer día lo pasé pedaleando en compañía de dos franceses que conocí en el autobús de ida a Muang Sing.
Estuvimos dando vueltas por aldeas hasta que se nos hizo de noche. Era muy curioso ver como en cada poblado vestían sus propias ropas según la minoría étnica. También, las aldeas variaban un poco según la minoría étnica a la que perteneciesen, pero en su mayoría eran todas muy humildes y, sobre todo, muy austeras.
Segundo día en bicicleta por Muang Sing
El segundo día me fui en bicicleta en solitario a otras aldeas más lejanas a Muang Sing, ya que los chicos que había conocido se fueron de trekking por las montañas. Sin dudas, fue una gran experiencia recorrer esas aldeas solo.
Hubo una aldea en particular que estaba tan alejada que me perdí un poco y no sabía por donde seguir. Las casas estaban hechas de bambú, las calles eran de tierra y los niños jugaban descalzos por el pueblo. Al llegar todo el mundo me miró con curiosidad. Se notaba que no había visto pasar a una extranjero por ahí en bastante tiempo.
Cuando quise preguntar cual era la dirección para la siguiente aldea, en un minuto me rodearon unas diez personas. Se pusieron a darme indicaciones en laosiano de hacia donde ir y más o menos pude interpretar el camino. Después de soltar algunas palabras en laosiano, para caer bien y romper el hielo, seguí mi camino para no molestar más.
Los niños y la vida en las aldeas de Luang Namtha
También me sorprendió que había como tres formas de actuar por parte de la gente de las aldeas:
- Pasar de ti o solo mirarte.
- Saludarte y venir a pedir que compres cosas, des caramelos o dinero.
- Que saluden muy simpáticamente (sobre todo niños) sin pedir nada a cambio.
Al cabo de dos días regresé a Luang Namtha para reencontrarme con mi compañero de viaje. De Muang Sing me llevé conmigo todas las sonrisas recibidas, un bonito recuerdo que me acompañará para siempre.
También, pude ver como vivían los locales de las diferentes aldeas que visité. Viven una vida muy precaria, sin grandes lujos ni seguramente grandes sueños. No sé si son más felices que nosotros, pero hace pensar que quizás somos nosotros los que tenemos demasiado y aun así aún queremos más.
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Por úlitmo, pero no menos importante, para seguir nuestro viaje, te cuento el relato de la travesía por el Mekong, dirección una de las ciudades que más me gustó de Laos: la Perla de Oriente, Luang Prabang.